La promesa de un collar

 

Lucas nunca se había percatado de lo cerca que había estado del collar que en tantas historias contadas por su abuelo había sido el protagonista. Historias nada buenas ya que podían poner los pelos de punta a cualquiera que las escuchara.

Su abuelo siempre decía que ese collar estaba maldito, pero ahora que lo veía de cerca le parecía la joya más preciosa que había visto nunca.

-         Seria un regalo estupendo para Alicia – pensó.

Alicia era la novia de Lucas, pero en esos momentos estaban pasando por una situación difícil y ella estaba enfadada por la falta de compromiso que él había mostrado. Lucas estaba dispuesto a demostrarle todo lo contrario, por eso le iba a pedir que se casara con él y ese collar le pareció muchísimo mejor que un anillo de diamantes como ella hubiese deseado.

Después de bajar del altillo de su casa, entró en su habitación para guardar el collar en una cajita y se fue a duchar para sacarse todo el polvo que había cogido allí arriba.

Cuando dieron las 10 salió de su casa corriendo con la caja ya que llegaba tarde a la gran cita que había organizado con Alicia. Cuando ésta le vio empezó a gritarle que llevaba media hora esperando y él la calmó como pudo mediante disculpas y excusas. Entraron en un restaurante que había allí cerca y mientras comían Lucas le dijo que tenía un regalo para ella y le entrego la caja, cuando Alicia la abrió y vio el precioso collar, que en aquellos momentos a Lucas le pareció que brillaba más que nunca, se quedó sin habla. Entonces Lucas se declaró y le pidió que se casará con ella, Alicia emocionadísima entre lagrimas le dijo que sí y le pidió que le pusiera el collar.

Aquella noche Lucas acompañó a Alicia a su casa ya que ella no se encontraba muy bien, se ofreció a pasar la noche allí para cuidarla pero ella le tranquilizó diciendo que seguramente le había sentado mal algo de la cena y que por la mañana se encontraría mejor.

Al llegar a casa, su compañera de piso que también era su mejor amiga se le acercó.

-         ¿Qué pronto has vuelto no?- dijo Susanna

-         No me encontraba demasiado bien

-         ¡Oala! ¿De donde has sacado esta preciosidad? – dijo Susanna rozando levemente con los dedos la joya.

-         Me lo ha regalado Lucas, ¿Verdad que es encantador? ¡Me ha pedido que nos casemos! – dijo Alicia saltando de alegría

-         ¡Es increíble, qué envidia me das!, cualquiera podría llegar a matar por tener este collar, debe haberle costado un ojo de la cara.

Cuando Susanna entró en su habitación excusándose en que tenía mucho trabajo, Alicia recelosa decidió que no dejaría el collar a la vista de su amiga y lo guardó en un cajón, el único que se podía cerrar con llave y esa llave solamente la tenía ella.

Aquella noche Alicia la pasó muy mal tenia extrañas pesadillas y se retorcía en las sabanas llenas de sudor, parecía como si su cuerpo no le respondiera y actuara por propia voluntad, como si ya no le perteneciera a ella. En esas pesadillas veía a una mujer de cara angelical y piel pálida como la nieve, estaba buscando algo desesperada y su oscura melena ondeaba con el frío viento de la noche, de repente se giró como si hubiera percibido la presencia de alguien y…

¡RING! ¡RING! Alicia se levantó de golpe muy asustada, el corazón le palpitaba muy deprisa, pasándose la mano por la cara sudada miró la hora en el despertador de la mesita y se extrañó que alguien pudiera llamarla a las 3 de la madrugada.

-         ¿Quién es? – pregunto ella

-         … - habían colgado

Quien podía llamar a esas horas de la madrugada… pero entonces escuchó unos ruidos en el salón, parecía que alguien estuviera buscando algo, debía de ser Susanna pero que podía estar buscando a las 3 de la mañana se preguntó.

De repente su corazón se aceleró y pensó en lo que Susanna había dicho de su collar, pensó que estaba a buen recaudo pero de todas formas salió.

Susanna intentaba con un cuchillo abrir el cajón donde estaba el collar, cuando ella la miró Alicia vio que sus ojos habían cambiado, no eran de color azul sino que se habían vuelto de un intenso color rojo.

-         ¿Susanna que estas haciendo?- dijo Alicia asustada con la voz entrecortada.

Susanna se giró hacia ella con el cuchillo en alto y se empezó a reír.

-         ¿Te he asustado Alicia?- dijo Susanna en un tono de lo más tranquilo.

Alicia la observaba con cara de pánico inmovilizada todavía por el susto.

-         ¡Oh vamos! ¿Alicia no te habrás pensado que me e vuelto loca verdad? Como no podía dormir por los nervios decidí ensayar un poco para la audición que tengo de aquí a 7 horas. Espero que no te importe pero pensé en cogerte prestado el collar para practicar lo que pasa es que el cajón este debe estar atascado y no se abre – dijo Susanna con una mirada de lo más inocente que ya nada tenía que ver con la de antes, sus ojos volvían a ser más azules que nunca.

-         ¿Qué le ha pasado a tus ojos? – dijo Alicia tartamudeando

-         ¿A mis ojos? – le respondió Susanna asustada mientras se miraba al espejo.

-         Están igual que siempre, por dios Alicia no me asustes.

-         Ahora si, pero hace un momento eran rojos – contesto Alicia sin estar muy segura de lo que decía.

-         ¡Ay Alicia! ¿Tu estas segura que te encuentras bien? Lo que estas diciendo es absurdo, ¡es imposible que una persona pueda tener los ojos rojos! - contesto Susanna mirándola directamente a los ojos.

-         Si, tienes razón, no me encuentro muy bien todavía, seguramente han sido imaginaciones mías, perdona Susanna – dijo Alicia mientras se ponía las manos en la cabeza y se alejaba de vuelta a la cama.

Cuando estaba a punto de entrar en su cuarto se giró y miró a Susanna con una de esas miradas que pueden llegar a matar a una persona y le dijo:

-         Susanna el cajón está cerrado con llave, y mi collar no es algo con lo que tú puedas jugar así que déjalo – dejó caer las últimas palabras mientras cerraba la puerta de un portazo.

Alicia volvió a dormirse sabiendo que había dejado el collar a buen recaudo en el cajón y que Susanna no se atrevería a tocarlo, al menos no esta noche.

 

A la mañana siguiente Alicia se levanto muchísimo mejor. Lucas había ido a ver como se encontraba y decidieron que se irían a dar una vuelta.

Llegaron hasta un parque y allí Alicia le explicó todo lo que le había pasado la noche anterior y lo extraño que había resultado.

Esa compañera tuya de piso está como una cabra – dijo Lucas

Alicia se echo a reír pensando que si le decía a Lucas que todo aquel asunto había sido por el collar que llevaba puesto en aquellos momentos, él cogería ese collar ahora mismo y lo tiraría al lago lo más lejos que pudiera.

-         Lucas el collar que me has regalado es magnifico, todo el mundo que lo ve se maravilla – le dijo Alicia intentando cambiar de tema mientras le besaba.

-         Ha pertenecido a mi familia durante muchos años, según me contó mi abuelo lleva varias generaciones pasando de madre a hija. Lo que como ya sabes yo no tengo hermanas así que te puedes sentir afortunada por continuar tu con la tradición – le contestó Lucas riéndose – Mi abuelo siempre ha insistido en que el collar no puede permanecer sin un dueño durante mucho tiempo porque se pierde su espíritu – dijo Lucas con cierto aire de ironía.

Como ya había empezado a anochecer Lucas pensó que no la dejaría volver a su piso con su compañera chiflada y la obligó a quedarse con él en su casa.

Su abuelo siempre se mostraba muy hospitalario, pero en cuanto vio aparecer por la puerta a Alicia parecía que se hubiera vuelto loco.

-         ¡Alicia! ¡Preciosa! ¿Cómo estas? – le preguntó su abuelo mientras le rozaba la mejilla.  

Alicia un poco asustada ante esa súbita muestra de cariño no supo exactamente que responderle. Lucas se percató de cómo su abuelo miraba el collar, pensó que en cualquier momento le saltaría al cuello.

-         ¡Alicia ven, vamos a mi cuarto! – le ordenó Lucas mientras miraba a su abuelo.

A Alicia solo le dio tiempo a dar un par de pasos cuando se desplomó en el suelo.

- ¡Alicia, Alicia! ¿Estás bien? – le decía Lucas mientras le daba palmaditas en la mejilla.

- ¡Abuelo! ¡Llama a una ambulancia! Tiene mucha fiebre – le dijo Lucas sin saber que hacer para ayudarla y cada vez más nervioso.

Para asombro de él su abuelo no se movió hacia el teléfono sino que se agacho de golpe a su lado y fuera de sí agarro el collar con las dos manos y empezó a estirar de él de forma violenta chillando:

-         ¡Tenemos que sacárselo! ¡Lilian no debe resucitar en un cuerpo tan débil! ¡Quítaselo! ¡Quítaselo!

Su abuelo se había vuelto completamente loco, le iba a romper el cuello a su prometida si continuaba así. Debido al estado en que se encontraba la única opción que le quedó a Lucas fue abalanzarse contra él chillándole:

-         ¡Abuelo tranquilízate! ¡La matarás!

-         ¡No, no, Lili morirá en ese cuerpo tan débil y perderé su alma hay que matarla!- dijo su abuelo chillando

Lucas nunca lo había visto de esa manera, se había vuelto completamente loco. En un momento de distracción de Lucas el abuelo alcanzó un cazo de la cocina y le dio un golpe en la cabeza con el a Lucas y éste calló al suelo retorciéndose de dolor.

El abuelo al ver que el cambio ya había empezado a producirse agarró el collar del cuello de Alicia y con un cuchillo en la mano se lo arrancó. Lucas un poco mareado por el golpe miró a su abuelo y vio como se guardaba el collar en el bolsillo diciendo en voz baja:

-         Tranquila Lili yo he impedido esta desgracia, pensaba que ella era la elegida, pero me equivoqué.

Lucas aprovechó esos momentos para llamar a una ambulancia que viniera a buscar a Alicia y examinara a su abuelo.

Cuando volvió a mirarle su abuelo volvía a ser el mismo hombre de siempre, afable y cariñoso.

Como eran ya las 11 de la noche y Alicia no había aparecido, Susanna decidió acercarse a la casa de Lucas para ver si ella estaba ahí con el collar.

-         La muy cabrona ha sabido guardarlo muy bien pero no podrá seguir así mucho tiempo, tarde o temprano cometerá un error y entonces yo podré cogerlo, solamente quiero tenerlo en mis manos y ver que tal me sienta, no creo que eso sea tan malo – pensó Susanna para si.

Ella no sabía exactamente por qué pero parecía que el collar la llamaba y sentía que le pertenecía a ella por derecho legítimo.

La noche se había vuelto muy fría, pero la casa de Lucas no estaba muy lejos de su piso. Cuando llegó a la casa había un gran jaleo, se asomó por la puerta abierta y vio a Alicia tirada en el suelo, se agachó para ver que le había pasado y desesperada tirándose de los pelos le preguntó a Lucas por el collar, daba vueltas por la habitación de un lado para otro como si también se hubiera vuelto loca.

El abuelo de Lucas al ver la reacción de la chica miro a Lucas y le preguntó quién era, este le respondió que era Susanna la compañera de piso de Alicia. El abuelo sacó el collar de su bolsillo y se lo enseñó a la chica, que después de verlo se le empezaron a poner los ojos de un color rojo sangre.

El abuelo riéndose comenzó a gritar:

-         No lo creía posible, pero has vuelto, todos te creíamos muerta. Lucas saluda a tu hermana que ha vuelto reclamando lo que le pertenece por derecho- dijo con una risa demasiado cruel para que Lucas creyera lo que estaba diciendo.

-         Estás loco- le gritó Lucas- ¡Ella no es mi hermana! ¡Yo no tengo hermanas!

-         Si que la tienes, ahí delante. Todos la dimos por muerta pero al parecer ha sobrevivido.

-         Mi querida niña, ¿Quieres el collar verdad?- dijo el abuelo de Lucas con una voz melosa.

Susanna cogió el collar que le tendía su abuelo y se lo puso, Lucas los miraba a los dos como si se hubieran vuelto locos, no entendía nada de lo que estaba pasando.

Cuando Susanna se puso el collar éste se aferro a su cuello quemándole la piel, ella empezó a gritar intentando arrancárselo mientras que su abuelo no hacía más que reírse diciendo por fin a llegado el momento, esta vez ella si que es la elegida. En cuestión de segundos Susanna cayó al suelo al lado de Alicia, había perdido el sentido o tal vez estaba muerta.

El abuelo se agachó a su lado y empezó a llamarla Lili intentando hacerla despertar.

Cuando Susanna abrió los ojos cogió al abuelo por el cuello y lo levantó.

-         Lili, soy yo, ¿No me reconoces? Soy Billy, tu marido, por favor Lili- decía el abuelo suplicándole.

-         Claro que se quién eres – respondió una voz fría- eres el cabrón que decía que me quería y que me mató.

Alicia había recuperado el sentido, y miraba la escena sin parpadear siquiera, veía a su amiga Susanna con su collar cogiendo por el cuello al abuelo de Lucas, pero su voz había cambiado.

-         Te voy a matar, igual que hiciste tú aquella noche hace cincuenta años- decía Susanna.

El abuelo de Lucas no podía ni siquiera respirar le estaba asfixiando, Lucas sin pensarlo cogió un cuchillo y se abalanzó sobre Susanna acuchillándola en el corazón hasta matarla.

Cuando su abuelo recuperó la respiración se abalanzó sobre el cuerpo de Susanna gritando.

-         Lili, Lili, ¡no! no puede ser que hayas muerto, se acabó para siempre, yo te he matado, yo te he matado- decía su abuelo llorando desconsoladamente.

Alicia no hablaba y no respondía a nada de lo que le decía Lucas, tan solo susurraba como poseída:

-         Fue el sueño, ella era la mujer de blanco, fue el sueño.

Entonces empezaron a oírse el ruido de las sirenas de la ambulancia y la policía y en pocos minutos estaba dentro de la casa.

Al día siguiente Lucas volvía a estar en la calle, con el collar de su familia en el bolsillo, parecía que este tenía vida propia. Su abuelo y Alicia estaban en el manicomio, los médicos decían que se habían vuelto locos. Su abuelo lo había salvado de la cárcel porque no paraba de confesar que él había matado a Lili, se había librado de la cárcel debido a su edad y porque sus abogados habían alegado enajenación mental, ya que la chica fallecida se llamaba Susanna y en las fotos que le enseñaron afirmaba que nunca antes había visto a esa chica.

Lucas por más que pensaba no se le ocurría una explicación para lo que había pasado esa noche, pero había algo que si que sabía con seguridad, todo esto había sido culpa del maldito collar. Al pasar por delante de unos contenedores se sacó el collar del bolsillo y lo tiró, diciéndose para sí mismo que todo se había acabado por fin.

 

Por Eva López Díaz

 

Esta historia está sacada de la página “La casa abandonada”, si quieres encontrar más historias entra en la dirección www.lacasaabandonada.ya.st.

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